Nuestra historia de amor, si algo tiene de gracioso para nosotros, es que se trata de la historia de dos escépticos. Habrá quien se inscriba en eDarling con la voluntad de encontrar el amor, y la certeza de que es posible. Pero éste no era nuestro caso.
Cuando eres joven y sales a menudo, te parece que será sencillo conocer a gente interesante. Sin embargo, el tiempo demuestra que siempre estás con la misma gente que ya conoces y, que a final de cuentas resulta complicado encontrar caras nuevas. Pero un buen día, tras ver un anuncio en televisión, decidí registrarme en eDarling… Solamente para probar, pero sin convicción de que el amor fuera a salir de una página web. Al principio no sabía muy bien qué hacer, así que me limitaba a ver perfiles de chicos que me sugerían como parejas compatibles, pero sin decidirme a dar ningún paso más. Así, hasta que estando en casa con una amiga, ésta me animó a enviarle una sonrisa a un chico que me parecía muy interesante y atractivo. Mi sorpresa fue recibir otra sonrisa como respuesta, lo que me animó a enviarle un test con preguntas para saber más de él. De nuevo respondió rápidamente, por lo que me armé de valor para enviarle el primer mensaje a pesar de no saber muy bien qué decir.
Todavía no sé cómo ese mensaje se convirtió en una larga cadena de más mensajes, que me arrancaban una sonrisa cada vez que llegaban y a los que no tardaba en responder. Finalmente Albert lo propuso: quería quedar para tomar un café y conocernos en persona… ¡Qué nervios! ¿No iba a ser violento encontrarme con alguien a quien no había visto jamás y con quien tan sólo había conversado a través de internet? -me preguntaba-. Finalmente acordamos encontrarnos unos días más tarde en la fuente de Canaletas, en Barcelona. Dado que él también era escéptico respecto a lo de encontrar el amor en la red y, a pesar de que parecíamos congeniar, elegimos quedar a las ocho de la tarde. Eso nos daba la excusa perfecta, si la cosa iba mal, de poder decir que debíamos irnos cada uno a su casa para cenar.
El primer momento pasó con sorpresiva naturalidad y la primera impresión fue buena para los dos. Lo siguiente que recuerdo fue mirar el reloj para darme cuenta que eran las doce y diez de la noche, ¡y al día siguiente teníamos que trabajar! Nos despedimos rápidamente, dejando claro que habíamos disfrutado de las cuatro horas de conversación, y Albert sugirió tímidamente la idea de repetir la cita.
Una semana más tarde me invitó a cenar en un restaurante genial, después fuimos a tomar algo y no dejamos de reír durante toda la noche. Ambos teníamos claro que queríamos vernos de nuevo, saber más del otro, y las citas se sucedieron cada vez con más frecuencia. Llegaban las vacaciones y, con ello, la separación más larga desde que nos habíamos conocido. Pero Albert cogió dos vuelos de fin de semana a Londres y Berlín, donde yo pasaría unos días en agosto. Fueron unos días increíbles, que además demostraron que la relación iba en serio.
A fecha de hoy, todo lo que puedo decir es que somos felices y que ya no vivo sola, sino que comparto con Albert mi pequeño piso en Barcelona, y no podría sentirme mejor. Entré en eDarling más por curiosidad que por convicción, y sin duda me ha sorprendido muy gratamente.